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05 septiembre, 2025

Esos puntitos rojos no son tan inofensivos cuando tienes 30

Cuerpo mostrando varicela en adultos

De niño era un fastidio: fiebre, picazón, puntitos rojos y mamá persiguiéndote con talco. Pero tener varicela en adultos es otra historia, mucho más seria y hasta riesgosa. Si nunca pasaste por este virus en tu infancia, ojo: en la adultez puede complicarse más de lo que imaginas.

¿Qué es exactamente la varicela?

La varicela es una infección altamente contagiosa causada por el virus varicela-zóster. Generalmente se presenta en la niñez y, aunque molesta, suele ser leve. El problema aparece cuando llega en la adultez: el cuerpo ya no responde igual y las complicaciones pueden ser más graves.

Este virus se propaga muy fácilmente ya sea por contacto directo con las ampollitas, a través de ropa o toallas de alguien infectado, o al inhalar gotitas de saliva de una persona contagiada que tose o estornuda.

¿Cuáles son los síntomas?

En adultos, la enfermedad no suele anunciarse con los puntitos rojos de inmediato. Primero aparece un cuadro muy parecido al de una gripe, lo que hace que pase desapercibida en sus inicios. Al poco tiempo, los síntomas se intensifican y se vuelven más evidentes:

  • Fiebre y cansancio.
  • Dolor de cabeza y malestar general.
  • Erupciones en la piel que pican y luego se convierten en ampollas con líquido.
  • En casos graves, puede afectar incluso a órganos internos.

¿Por qué es más peligrosa la varicela en adultos?

El verdadero riesgo aparece cuando el virus provoca complicaciones, que son mucho más comunes en la adultez que en la niñez. No se trata solo de una erupción molesta, la varicela en adultos puede comprometer seriamente la salud si no se trata a tiempo. Entre las complicaciones más frecuentes y peligrosas se encuentran:

  • Infecciones bacterianas en la piel.
  • Neumonía.
  • Hepatitis.
  • Encefalitis (inflamación del cerebro).
  • Riesgos especiales en mujeres embarazadas o personas con defensas bajas.

Por eso, si nunca tuviste varicela, lo mejor es consultarlo con tu médico. Hoy existen vacunas que ayudan a prevenirla y, si ya tienes síntomas, el tratamiento se basa en descanso, hidratación y cuidados de la piel.

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